
El oxígeno del océano se agota: un grito silencioso de la vida marina
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Si escuchas el término "zona muerta" en el océano, podría parecer una exageración. Sin embargo, estos son verdaderos desiertos acuáticos, donde el oxígeno es tan escaso que la vida es imposible para la mayoría de las especies marinas.
Estas regiones de los mares y océanos, denominadas zonas hipóxicas (falta de oxígeno) o anóxicas (sin oxígeno), se han multiplicado en las últimas décadas. Según la ONU, en 2021 había más de 700 en todo el mundo, en comparación con las aproximadamente 150 de la década de 1980.
Un fenómeno de origen natural… agravado por el hombre
Siempre han existido zonas con deficiencia de oxígeno, sobre todo en alta mar, a profundidades de varios cientos de metros. Estas zonas son resultado de las corrientes oceánicas, que influyen en la circulación y la oxigenación de las masas de agua.
Pero durante los últimos cincuenta años, la intensificación de la agricultura, el uso masivo de fertilizantes nitrogenados y fosfatados, los residuos urbanos y el aumento de las temperaturas de los océanos han contribuido a la aparición de zonas muertas costeras.
En estas zonas, los nutrientes liberados al agua provocan la proliferación de algas. Su descomposición consume grandes cantidades de oxígeno, en detrimento de la vida marina. Como resultado, los peces huyen, los mariscos mueren y los ecosistemas colapsan.
Regiones enteras amenazadas
Las regiones más afectadas suelen estar cerca de estuarios, deltas o zonas de alta actividad humana. El mar Báltico, prácticamente cerrado, es uno de los más documentados. El golfo de México, con su zona muerta de casi 7000 km², es un caso paradigmático. En Asia, el mar de China y el estuario del Yangtsé también preocupan a los científicos.
Ciertas zonas naturales, como las corrientes frías de Perú, Chile y Mauritania, también se están volviendo más problemáticas debido al calentamiento global. El mar Mediterráneo no es inmune: la pérdida de oxígeno está aumentando, especialmente debido al aumento de las temperaturas.
Consecuencias importantes para la biodiversidad
En una zona muerta, los organismos marinos que pueden hacerlo huyen. Los demás perecen. Algunas especies con gran movilidad, como los tiburones o el pez espada, reducen su hábitat y alteran su comportamiento. Las zonas muertas se convierten entonces en trampas ecológicas.
En última instancia, son los recursos pesqueros —y, por lo tanto, la pesca— los que están amenazados. En Estados Unidos, el Golfo de México proporciona el 40 % de los productos del mar del país. Si la zona muerta se expande, el impacto humano será directo.
¿Puede revertirse la tendencia?
La buena noticia es que los científicos saben qué hacer. Y las soluciones son conocidas.
- Limitar el calentamiento global: porque las aguas más cálidas retienen menos oxígeno.
- Reducir la contaminación agrícola: regular mejor el uso de fertilizantes para evitar aportes excesivos de nitrógeno y fósforo.
- Crear áreas marinas protegidas: permitir que los ecosistemas se regeneren lejos de la actividad humana.
- Fomentar prácticas pesqueras más sostenibles.
- Se han probado localmente algunos intentos de oxigenación artificial, pero siguen siendo muy limitados y riesgosos.
El mar es un bien común
Lo que entendemos, al escuchar a todos estos investigadores, es que el mar no conoce fronteras. La contaminación en Francia puede tener efectos tan lejanos como Grecia. La acción colectiva internacional es esencial.
La salud de los océanos también es nuestra. El aire que respiramos, el pescado que comemos, el clima que regula nuestras estaciones, todo depende del equilibrio de esta vasta extensión azul.