
Beber suficiente: un gesto sencillo para envejecer mejor
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Implementado tras la dramática ola de calor de 2003, el Plan Nacional contra la Ola de Calor nos recuerda anualmente la importancia de una buena hidratación, especialmente para las personas mayores. A partir de los 65 años, se recomienda beber al menos un litro de líquido sin alcohol al día, fuera de las comidas. Pero ¿por qué este gesto, aparentemente trivial, es tan esencial para la salud? ¿Cuáles son los riesgos de una hidratación insuficiente? Y, sobre todo, ¿cómo puedes ayudar a un ser querido a beber bien a diario?
El agua, pilar silencioso de nuestro equilibrio
El cuerpo humano está compuesto aproximadamente por un 60% de agua. Esta cifra es aún mayor al nacer y tiende a disminuir con la edad, lo que debilita el equilibrio hídrico en las personas mayores. Sin embargo, el agua sigue siendo esencial para todas las funciones vitales: nutre nuestras células, favorece el correcto funcionamiento cerebral, contribuye a la estabilidad de la presión arterial y permite que el cuerpo mantenga una temperatura corporal adecuada. También desempeña un papel clave en la eliminación de desechos a través de la orina y promueve un tránsito intestinal regular. Sin una ingesta suficiente, estos mecanismos esenciales se ralentizan o se desequilibran, con consecuencias concretas para el bienestar diario.
¿Por qué las personas mayores suelen beber muy poco?
Con el tiempo, la sensación de suavidad disminuye de forma natural. Esto es un desarrollo propio de la edad, en particular debido a cambios en la función cerebral. Como resultado, olvidamos beber o bebemos menos, sin darnos cuenta. Otros factores pueden exacerbar este fenómeno: una dieta menos abundante, el miedo a tragar mal o incluso el miedo a agravar la incontinencia existente. Esta última también es común: afecta a una de cada dos mujeres después de los 80 años y a casi uno de cada tres hombres mayores de 90. Sin embargo, por temor al coste o a la publicidad que rodea al tema, algunas personas modifican su ingesta de líquidos para limitar las pérdidas. Un reflejo comprensible, pero que puede tener efectos indeseables.
La falta de conciencia del riesgo también influye. Una persona mayor no siempre es consciente de que los episodios de fiebre, diarrea o vómitos aumentan la pérdida de agua y que estas situaciones deben compensarse rápidamente con una hidratación adecuada.
Cuando el agua se acaba, las señales no se hacen esperar.
Las consecuencias de la deshidratación pueden manifestarse discretamente: fatiga inusual, problemas digestivos e infecciones urinarias recurrentes. Pero a largo plazo, el principal riesgo sigue siendo la deshidratación. Esta afecta el equilibrio general, causa pérdida de apetito, dificulta la marcha y favorece las caídas, sobre todo al moverse de la cama o de una silla. Todas estas son señales que pueden dificultar el confinamiento y provocar hospitalizaciones evitables. Durante periodos de calor extremo, la deshidratación también puede causar un golpe de calor, que en ocasiones puede tener consecuencias graves.
Apoyar a un ser querido en la adopción de buenos hábitos
Para ayudar a un ser querido a mantenerse hidratado, es mejor centrarse en acciones pequeñas y repetidas en lugar de aspirar a beber mucha agua de golpe. Beber pequeñas cantidades a lo largo del día, sin esperar a tener sed, sigue siendo la mejor estrategia. Medio vaso de agua es suficiente: por la mañana al despertar, a media mañana, a primera hora de la tarde, como tentempié, etc. Para variar los placeres, un poco de agua con gas o un chorrito de sirope pueden ser una buena opción, según tus gustos.
También puede ser útil colocar botellas de agua en diferentes habitaciones de la casa para fomentar la acción espontánea en cuanto las vean. Para una persona con discapacidad visual, una simple señal visual, como una pegatina fluorescente, puede ayudarle a localizarlas más fácilmente.
Bueno, es fundamental fomentar la consulta con el médico en caso de fiebre, problemas digestivos o dificultad para tragar. La incontinencia nunca debería ser un tabú: hoy en día existen soluciones concretas y eficaces para aliviarla, ya sea mediante tratamiento local, rehabilitación perineal o intervenciones rápidas y reembolsadas con una alta tasa de éxito.
Una recomendación fácil de implementar
Beber un litro de agua entre comidas es, en definitiva, algo sencillo: un café o té al despertar, otro al final de la tarde, cinco vasos pequeños por la mañana y cinco más por la tarde. Al dividir la ingesta de esta manera, el esfuerzo se vuelve fácil, accesible y más fácil de integrar en la rutina diaria.